Quentin Tarantino, Alison Brie y cómo sobrevivir a una contradicción

En octubre del 2017, el New York Times desenterró uno de los secretos a voces más polémicos de Hollywood: los casos de abusos sexuales de Harvey Weinstein durante décadas. Esto creó una espiral de acusaciones que se conoce como Efecto Weinstein y que está dando titulares prácticamente cada día. Uno de estos últimos titulares tiene como protagonistas a Quentin Tarantino y a Uma Thurman.


Un par de semanas después del primer titular del New York Times, Access preguntó a Uma Thurman cuál era su opinión sobre estas noticias que empezaban a ver la luz. Su respuesta fue la siguiente:



"Cuando he hablado enfadada, normalmente me he arrepentido de la manera con la que me he expresado, así que he esperado para sentirme menos enfadada, y cuando esté preparada diré lo que tengo que decir." Así hablaba una Uma Thurman que controlaba cada una de las palabras que decía. Un mes después publicaba en su cuenta de Instragram que estuviéramos atentos, que agradecía a aquellas que tuvieron valor de hablar y que se alegraba de que la pesadilla en la que estaba inmerso Harvey Weinstein estuviera siendo lenta.

Todo esto estaba creando una necesidad en el planeta por saber qué tenía que decir Uma Thurman sobre todo esto. Y ese día llegó. Y ese día fue el 3 de febrero de este año. Y lo hizo, como no podía ser de otra manera, a través del New York Times, en un artículo titulado "Esto es por lo que Uma Thurman está enfadada" redactado por Maureen Dowd.

En ese artículo, Uma Thurman hablaba de los desagradables encuentros con Harvey Weinstein en los que el productor abusó de su poder y se sobrepasó con la actriz en distintos momentos y habitaciones de hotel. Sin embargo, ensombreciendo esas traumáticas experiencias con Weinstein, lo que realmente agitó las redes fue la parte en la que señalaba a Quentin Tarantino.

Uma Thurman acusó a Quentin Tarantino en el artículo de ponerla en un peligroso compromiso al prácticamente obligarla a conducir el famoso Karmann Ghia de KILL BILL, lo que ocasionó un terrible accidente que acabó con Thurman en el hospital tras colisionar contra una palmera. Para sustentar esta versión, Thurman dijo haberse hecho con el poder del vídeo en el que se graba el accidente a través de una cámara posicionada en la parte trasera del coche. El vídeo es terriblemente impactante.

Para ofrecer su versión de los hechos, Quentin Tarantino ofreció una entrevista a Deadline apenas dos días después. Son dos respuestas de Tarantino en distintos momentos de la conversación las que me hicieron escribir este post. El director dio su versión de todo aquello que la actriz contó al New York Times: tanto de sus encuentros con Weinstein como del rodaje de KILL BILL.

De su relación con Weinstein, Tarantino destacó un momento en el que puso como condición al productor para comenzar el proyecto de KILL BILL que pidiera perdón a Thurman por lo que esta previamente le había contado sobre él. Tarantino explicó que lo primero que hizo Weinstein fue mentirle: "Harvey intentó quitarle importancia a cosas y decir que las cosas no fueron exactamente así, pero yo sabía que ella no estaba mintiendo [...] Sabía que él estaba mintiendo, que todo lo que estaba diciendo Uma era verdad."

En cambio, ocho preguntas antes, cuando le preguntaron sobre lo que ocasionó el accidente, él yendo al trailer de Thurman a exigirle que fuera ella quien condujera el coche, respondió lo siguiente: "Voy al trailer de Uma. Su maquilladora, Ilona Herman, estaba allí. Lejos de estar enfadado, furioso o cabreado, yo estaba todo... sonriente." Si acudimos a la versión de los hechos de Uma Thurman, ella lo describió así: "Quentin vino a mi trailer y no quiso escuchar un no, como cualquier otro director. Estaba furioso porque les iba a costar mucho tiempo."

Aunque el relato de los hechos entrecomillados de ambos coinciden bastante bien, y digo "entrecomillados" porque se habla de otros dos pasajes en los que la actriz es escupida y estrangulada por exigencias del director que no lo están y que darían para otros dos posts, es esta parte la que no coincide y, siguiendo las recomendaciones del propio Tarantino, me siento inclinado a creerla a ella.

Quizás Quentin Tarantino no se percató de esta contradicción. Desde que comenzó el Efecto Weinstein me he visto inmerso yo también en este dilema día sí y día también: ¿a quién creer? Tarantino lo tuvo claro cuando Thurman le contó lo que ocurrió en aquellas habitaciones de hotel. Él la creyó a ella y así se lo dijo a Harvey Weinstein. Al final resultó que era ella la que decía la verdad y él el que no solo negó o le quito importancia a los hechos sino el que mintió deliberadamente.

¿A quién creer en el caso del director que obliga a una actriz a conducir un coche en el que no se siente cómoda? ¿Al director que dice que acudió sonriente a su trailer a pedirle permiso? ¿O a la actriz que dice que acudió enfadado a su trailer para exigir que fuera ella quien condujera el coche? Aparte de ser esta exigencia la causante de tan terrible accidente, fue también la que ocasionó lo que vino después. Según Tarantino, fue Weinstein quien dijo que no confiaba en "esas mujeres" si se hacían con el poder del vídeo que después publicaría el New York Times. Tanto Uma Thurman como sus abogados intentaron hacerse con él, pero durante 15 años no lo consiguieron. Sin embargo, dice Quentin Tarantino que justo ahora Shannon McIntosh y él lo encontraron mágicamente entre unas cajas y que se lo dieron a Uma Thurman desinteresadamente. ¿A quién creer? Como dijo Tarantino: "Sabía que él estaba mintiendo, que todo lo que estaba diciendo Uma era verdad."

Las redes se están echando encima de Tarantino y su reacción ha sido decir que él acudió sonriente al trailer de Thurman. Pero cuando él tuvo que creer a alguien, creyó a la oprimida y se echó encima, un poco, del opresor. Así, las redes están haciendo lo propio con él, porque ahora, Tarantino, tú eres el opresor y Uma Thurman, una vez más, la oprimida. Y esto es algo con lo que tendrás que aprender a vivir siempre, igual que nosotros tendremos que aprender a sobrevivir a una contradicción.

Igual que le ha pasado a Tarantino no son pocas las veces en las que nosotros nos tenemos que enfrentar a una posible contradicción. Muchas veces creemos a una persona pero no creemos a otra que comparte una historia parecida. Muchas de las personas que ahora se adhieren al apoyo a estas mujeres que se enfrentan a Harvey Weinstein tuvieron serias dudas con otras mujeres de la era pre Weinstein. No es complicado encontrar entre tus contactos a alguien que se puso del lado de Johnny Depp en su caso de abuso contra Amber Heard que ahora cree a las mujeres del Efecto Weinstein.

Una de las personas que ha tenido que sobrevivir a una de estas contradicciones ha sido Alison Brie, que en la gala de los Globos de Oro de enero de este año acudió vestida así:

Como parte del movimiento #MeToo para denunciar la agresión y el acoso sexual que surgió a raíz de las acusaciones contra Harvey Weinstein, un gran número de actrices decidió vestirse de negro en la gala de los Globos de Oro para visibilizar el problema. Entre ellas estaba Alyssa Milano, una de las primeras actrices que popularizó el movimiento, Uma Thurman o Alison Brie.

Fue precisamente durante la gala de los Globos de Oro cuando una mujer acusó a James Franco a través de su cuenta de Twitter de haberse aprovechado de ella y de haber llevado a una menor a su habitación de hotel. Dicen algunos que debido a estas acusaciones, Franco no estuvo nominado a los Oscars y perdió cualquier oportunidad en premios posteriores. 

El hermano de James Franco es Dave Franco, y este a su vez está casado con Alison Brie, quien un par de semanas después en los SAG Awards tuvo que responder a una pregunta de E! sobre las acusaciones contra James Franco. Esto fue lo que respondió:


"Yo obviamente apoyo a mi familia, y no todo lo que se ha dicho es completamente cierto." No tardaron las redes en darse cuenta de la contradicción. Si además viajamos en el tiempo hasta 2014, en la era pre Weinsten, y escuchamos a James Franco en Live! with Kelly and Michael hablar de un intercambio de mensajes que tuvo con una menor, el tema se enturbia un poco:


En esta era pre Weinstein, Franco se permitió el lujo de decir que había metido la pata al flirtear con una menor porque era famoso y las conversaciones podían llegar a los medios. El público le reía las gracias, la presentadora decía que eso nos podía pasar a cualquiera y todo quedó en el olvido. Ahora, en la era post Weinstein, Alison Brie, midiendo las palabras, se ha visto en la necesidad de hundirse en una contradicción y tratar de aclarar que no todo es lo que parece.

Las contradicciones de Quentin Tarantino y de Alison Brie son las contradicciones en las que nos vemos inmersos todos cuando nos tenemos que posicionar en este tipo de debates. Yo no tengo un método infalible para sobrevivir a este tipo de contradicciones pero sí sé el método que estoy utilizando desde hace un tiempo para no caer en ellas. "Sabía que él estaba mintiendo, que todo lo que estaba diciendo Uma era verdad." Aunque espero no tener que formar nunca parte de un jurado. Demasiada responsabilidad.


"¿Por qué me has dejado grabar esto?"

Anthony Weiner fue un congresista del Partido Démocrata de los Estados Unidos desde 1999 hasta 2011. Durante ese periodo, fue querido y votado por el 60% del electorado. Las cosas iban bastante bien, pero el 16 de junio del 2011 tuvo que dimitir debido a unos mensajes con contenido sexual que se filtraron a los medios el mes anterior.


Dos años después, pidiendo una segunda oportunidad, se presentó a las elecciones para alcalde de Nueva York en 2013. Es para la campaña de estas elecciones por lo que Josh Kriegman y Elyse Steinberg pusieron en marcha el documental WEINER, que debía funcionar como el legado de un político que pretendía renacer de sus cenizas. Las cosas parecían volver a ir bastante bien.

Tres meses después de pedirle a su gente esa segunda oportunidad, y debido a la filtración de una nueva serie de fotografías de contenido sexual aún más explícito, Anthony Weiner tuvo que volver a confesar que todo era cierto y también que había sucedido después de su dimisión de hace dos años. Había pues mentido a su gente entonces diciendo que no volvería a hacerlo y estaba volviendo a prometer más de lo mismo.

Las elecciones tendrían lugar dos meses después de esta confesión, y el documental muestra cada segundo de la vida de Anthony, su mujer y su equipo de campaña durante todo este calvario. Hacia el final del documental, Josh Kriegman habla por todos nosotros cuando le pregunta: "¿Por qué me has dejado grabar esto?", a lo que Weiner solo puede responder encongiéndose de hombros mientras su mujer come en silencio en segundo plano como si estuviéramos viendo un capítulo de THE OFFICE.

El documental ganó en Sundance en 2016 y llega en un momento en el que la sociedad está reevaluando su relación con las redes sociales. La película COLUMBUS, con dos nominaciones en los Spirit de este año, añade una nueva perspectiva a este debate.

Casey es una chica que vive en Columbus, Indiana, Estados Unidos, y que en vez de tener un smartphone, teléfono inteligente, dice tener un dumbphone, teléfono tonto, que solo usa para realizar llamadas. Se sobreentiende que Casey no presta atención a las redes sociales ni, con ello, a una parte importante del mundo exterior, y es precisamente su relación con el mundo exterior a Columbus uno de los ejes principales de la película. Sin embargo, Casey adora los edificios de paredes de cristal donde se puede ver el interior. Precisamente gracias a uno de ellos puede descubrir un secreto de su madre que será crucial para tomar una decisión que podría cambiar su vida.

La tecnofobia surgida a raíz de BLACK MIRROR nos convierte un poco en Casey. En ocasiones, preferiríamos tener un dumbphone, aislarnos del mundo y ser así invulnerables a las paredes de cristal, pero por otro lado adoramos esas paredes de cristal y podemos quedarnos mirando horas a algunas de ellas. Es evidente que Anthony Weiner se creía invulnerable pero, cuando se dio cuenta de lo contrario, pensó que podría controlarlas, el mundo vería cómo es en realidad, aplaudirían su transparencia y todo volvería a la normalidad. Pero se equivocó. Las paredes de cristal pueden fácilmente volverse en tu contra y se necesita mucha habilidad para encontrar el balance perfecto. Le pasó a la madre de Casey, le pasó a Anthony Weiner y le pasó a Ingrid en INGRID GOES WEST.


INGRID GOES WEST comienza prácticamente con Ingrid Thorburn saliendo de un hospital psiquiátrico. Su problema es que se obsesiona fácilmente con perfiles de personas en Instagram y trata de imitar sus comportamientos y sus gustos, hacerse amiga de ellos y publicarlo todo en su perfil. Es justo después de descubrir el perfil de la influencer Taylor cuando decide dejar Pennsylvania y mudarse a Los Ángeles para cumplir su sueño: convertirse en Taylor Sloane.

La película añade así otra perspectiva al debate de la relación que tenemos con las redes sociales y las paredes de cristal. Matt Spicer explica que la obsesión por ser la persona que decimos ser en nuestros perfiles se volverá algún día en nuestra contra, y que la obsesión por que el mundo vea la persona que creemos ser también. Ingrid no es ni siquiera una caricatura; es una realidad. Durante parte del metraje nos olvidamos de que estamos viendo a una persona enferma, y encontramos semejanzas con algunas de las personas que nos rodean.

El relato de este trastorno obsesivo se convierte así en el símbolo de toda una generación, y la moraleja es compleja de traducir. Si en un lado nos encontramos la tecnofobia de los que prefieren leer periódicos en el metro o prohibir las redes sociales, en el otro nos encontramos a Ingrid o a Weiner. Encontrar el balance se convierte así en una tarea complicada que ha de ser aprendida y enseñada.

"¿Por qué me has dejado grabar esto?" podría ser la pregunta que nos hagan las redes sociales a nosotros algún día. Y nosotros, claro, tendremos que encogernos de hombros.


El post 1 del blog n: la historia de un fracaso perpetuo


Estos primeros posts suelen funcionar siempre como los cimientos de un blog que, igual que los de una casa, nadie los ve, pero por algún lado hay que empezar.

Mi primer blog lo empecé con mi cuenta de Messenger allá por el 2004 en lo que empezó siendo conocido como MSN Spaces. Dejé de usarlo poco antes de que se convirtiera en Windows Live Spaces en el verano del 2006. Aquella plataforma no era un blog como lo que serían después los blogs. Era más un diario para compartir con tus contactos de Messenger y que, al existir al mismo tiempo que existió mi adolescencia, lo empleé para cosas de adolescentes. En total no recuerdo subir más de diez posts y ninguno de ellos fue relevante.

Al terminar mi relación con MSN Spaces, quedé huérfano de presencia en redes. Hasta que los anuncios de una serie de rediseños en Blogger me empezaron a llamar la atención. Empecé un blog pues en Blogger allá por 2006, justo cuando los blogs creados con cuentas de Google fueron migrados a los servidores de Google. Esta vez me tomé la molestia de hacerlo relativamente más profesional: nada de cuestiones personales, y solo artículos sobre noticias relacionadas con el arte. Incluso lo llamé "Nueve Artes" para hacerme el interesante.

Me duró el Blogger hasta el 2008, momento en el que empecé un Wordpress gratuito. Ese fue el blog que más posts vio de todos, el que con más cariño cuidé y con el que mejores momentos he vivido. Me duró hasta poco más de verano del 2010. Lo dejé morir sin compasión cuando terminé la universidad. No supe que era mi tiempo en la universidad lo que me daba tantas ganas de alimentar al blog hasta que me di cuenta que lo había dejado de lado por completo.

Ese sentimiento de culpa posterior a ese abandono me hizo comenzar un blog de pago en Wordpress con dominio propio hacia mediados del 2011. Durante un instante parecía que iba a ser el blog definitivo pero, paradójicamente, hacia finales del 2012, cuando me vine al Reino Unido, lo dejé morir también. Estuve un par de años intentando resucitarlo sin ningún éxito. Acabó por ser un propósito de año nuevo durante tres años.

Finalmente, en 2016 empecé un blog en Tumblr en el mismo dominio donde antes tuve el Wordpress. Escribí un par de borradores con la idea de publicarlos el día que tuviese material para saber que iba a darle cierta continuidad. Nada. Fracaso. El Tumblr nunca vio la luz.

Esto nos lleva aquí: a comienzos del 2018. He vuelto a Blogger. Dos rediseños después de mi despedida y la verdad es que se notan los cambios. No sé si podré convertirlo en el blog definitivo pero lo intentaré. Creo que he aprendido de mis fracasos anteriores. Hashtag NO.